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miércoles, 8 de septiembre de 2010

El Feudalismo

La Iglesia
La Iglesia se va a erigir a lo largo de toda la Edad Media y más allá como un gran poder espiritual, pero, por sobre todo, como un poder político y económico, a la par de los demás poderes seculares, a veces en condiciones de cooperación, a veces en abierto conflicto con éstos. Bühler (1977) ha dejado asentado algunas de las corrientes de poder mediante las cuales la Iglesia irradió su vasta influencia sobre el mundo medieval. En lo que respecta a los papas, sus objetivos se dirigían a extender todo lo posible su poder secular, arrogándose el derecho a tutelar los demás reinos y gobiernos. Las órdenes monacales, si bien hacían voto de pobreza, constituían verdaderas corporaciones que contaban con miles de miembros. Al renunciar a sus vínculos familiares y aumentar sucesivamente las posesiones terrenales en manos de la Iglesia, los monasterios se convertían en dueños y señores de gigantescos latifundios. Esta condición les permitía, a su vez, ser árbitros de la política, de la economía y servir de influyentes consejeros en los principados. Por su parte, los representantes más conspicuos del poder eclesiástico, como Santo Tomás de Aquino, en virtud que la Iglesia monopolizaba el saber y la educación, lograron articular filosóficamente esta combinación de ascetismo y dominación del mundo. Imbuida de elementos jurídicos, políticos, económicos, teologales, los escritos de Aquino y otros filósofos escolásticos se concentraron en la búsqueda de un sistema universal armonioso del orden social.
Este orden armonioso postulado por la Iglesia, como lo destaca Black (1992), se va a afirmar en consideraciones que llevan a santificar la división del trabajo en su forma existente. Los individuos debían conformarse con su “estación en la vida” justificándose de este modo las desigualdades sociales, incluidas las hereditarias, y los distintos privilegios para distintas profesiones. Además, implicaba aceptar que el bien de cada parte equivalía al bien del todo; por consiguiente, era beneficioso para todos, y justo, que cada uno subordinase lo que consideraba su bien a lo que los demás consideraban el bien del todo. La justicia consistía, pues, en reconocer las diferencias sociales y coordinarlas en un todo armonioso. Como colorario, la sociedad y la comunidad política son entonces intrínsecamente armoniosas por naturaleza; los conflictos, la rebelión y la tiranía, son el resultado de la ambición, la avaricia, la soberbia, siendo éstas manifestaciones de un espíritu de competencia del todo ajeno a la armonía.
Los intentos de la Iglesia por controlar los poderes seculares y dictar las pautas de gobierno y economía de la sociedad, tuvieron, sobre todo a partir del siglo XIII, la repulsa de los reinos. Signados por una dinámica social propia, sus acciones se dirigieron a confrontar abiertamente los preceptos normativos eclesiásticos.
El Feudalismo

Es un sistema contractual de relaciones políticas y militares entre los miembros de la nobleza de Europa occidental durante la alta edad media , el feudalismo se caracterizo por la concesión feudos ( casi siempre en forma de tierra y trabajo) a cambio de una prestación política y militar, contrata sellado por un juramento de homenaje y fidelidad, pero tanto como el señor como, el vasallo era hombres libres, por lo que no debe ser confundido con el régimen señorial, sistema contemporáneo de aquel tiempo regulaba la relaciones entre los señores y sus campesinos.
El feudalismo alcanzo su madures en el siglo XI y tuvo como máximo apego en el siglo XII Y XIII. Su cuna fue la región comprendida entre los ríos Rin y Loira, dominada por el educado de Normandía,
Sus características principales fueron:
Se desarrollaron grandes extensiones de tierras llamadas feudos
Los campesinos o siervos se agrupan en torno aun señor feudal que les brindaba protección a cambio de trabajo
Cada clase social le debe obediencia a su superior jerárquico
La base de todo el sistema productivo es el trabajo del siervo, que no es esclavo, pero tampoco el libre.
Se da una producción de autoconsumo, de la cual parte se entregaba al señor feudal y otra la ocupaba el siervo para su subsistir
El Cristianismo
Aportaciones del cristianismo
Las escuelas helenísticas, su ubicaron en el tercer periodo de la filosofía griega (siglo III a.C a siglo III d.C.). A la mitad de este periodo aparece el cristianismo. No podemos decir que este haya tenido una preocupación filosófica central, por que nunca se presento como un movimiento filosófico que pretendieran investigar y demostrar afirmaciones con bases científicas y razonadas. Es una religión y un sistema de vida que propone Cristo como modelo a seguir.
Los contenidos doctrinales del cristianismo influyeron fuertemente en todos los filósofos occidentales, quienes, partir del nacimiento de una nueva religión, han tratado de dar forma un sistema filosófico. Los conceptos más revolucionarios que el cristianismo aporta son el de la creación moral del amor.
De acuerdo con el primero, el mundo material es el efecto de un acto creador de Dios, quien lo puso en la existencia sacándolo de la nada. Antes de la creación lo único que existía era Dios. Todo los seres del mundo son contingentes y temporales, Dios, en cambio es un ser necesario y eterno.
En el campo de la moral los imperativos fundamentales son el amor a Dios y el amor al prójimo. La conducta humana es buena cuando, en su relación con Dios o con el hombre, el móvil es el amor. Si una persona hace el bien a otra porque, actuando así, obtendrá cierto beneficio, entonces esa conducta no es valiosa moralmente.
Entre los seis primeros siglos de nuestra era hubo un grupo de pensadores que se dedicaron a dedicar la enseñanza del cristianismo, ha este grupo se le conoce como La Patrisca y sus miembros se les llama los padres de la iglesia.
San Agustín
San Agustín fue el miembro más destacado de La Patrisca. Aunque es imposible de separar su posición filosófica de la teológica, sim embargo, con las salvedades necesarias, se puede decir que hay tres problemas que preocupan: Dios, el alma y la verdad. De estos tres, el primero es el más importante, pero el tercero es la clave para los otros dos.
San Agustín se lanza al estudio de la verdad, como el cita en una de sus obras hace referencia de que: “Lo que mas ansió conocer a Dios y al alma, pero ¿Cómo podré lograrlo si no conozco la verdad?.
Al estudiar directamente la verdad, San Agustín advierte que hay verdades estables e inestables, la segunda recae en los hechos insensibles, los cuales son cambiantes, las primeras se refieren a hechos suprasensibles, como los enunciados matemáticos. Estas verdades son necesarias, inmutables y eternas.

El mundo el alma y Dios.
Después que San Agustín Sienta las bases para la posibilidad y existencia del conocimiento cierto, destaca tres temas que, en orden inverso de importancia son: El mundo, el alma y Dios.
El mundo, entendido como el universo material, es producto de un actor creador. Hay una pregunta que se formulan los escépticos: ¿Cuando tuvo lugar la creación? Esta pregunta dice el que no tiene sentido porque la creación es atemporal. La temporalidad, en efecto, es una característica de los seres continentes o cambiantes, pero como ellos no existían antes de la creación, entonces esta no puedo ocurrir en el tiempo. Con ella empezó el tiempo, el cual, en esencia, consiste en el transcurrir de las variaciones que tienen lugar en los seres mutables.
Otra de las características de la creación es que los entes creados fueron hechos a partir de la nada, es decir, ella no estuvo precedida por materia o caos alguno. La creación se había interpretado incoativamente, es decir como en acto en el cual Dios habría dado el primer impulso, pero después seguia siendo necesaria su intervención constante. San Agustín por el contrario, sostiene que la creación fue completa, es decir, desde el principio Dios lo creo todo de una vez y para siempre, y que esto es posible por que Dios puso la materia inicial y que posee la capacidad para que en su momento, existan todas las cosas que han de existir.
El tema relativo a Dios es el que mas le interesa. En este tema hay dos problemas de la existencia y el de su naturaleza. La prueba de la existencia de Dios ofrecida por San Agustín es de carácter noológico porque se basa en la actividad de la mente humana.
La Ciudad de Dios

En la producción filosófica – teológica de San Agustín ocupa un lugar de mucha importancia La ciudad de Dios. San Agustín escribió esta obra para contrarrestar el ataque de los enemigos cristiano, quienes acusaban a esta doctrina de ser la causa directa e indirecta de las desgracias que el imperio romano padecía en los últimos siglos. Entre tales desgracias se cuenta, por ejemplo, el incendio de Roma, la invasión de los bárbaros, entre otras.
La importancia de La ciudad de Dios estriba no solamente en que se obtuvo el objetivo que se pretendía, sino también en que se inicio una nueva rama de la filosofía conocida hoy como filosofía de la historia. Para entender esta obra hay que conocer el fin, los actores y los motores. El fin es la manifestación de los atributos divinos. El actor principal es el hombre, porque el es quien aparece siempre en escena, pero, de manera oculta y efectiva, siempre interviene Dios.


San Anselmo

Seis siglos separan a San Anselmo de Agustín de Hipona, sin embargo es muy importante tomarlo en cuenta porque él, como San Agustín, es también un padre de la iglesia. Además su posición filosófica es continuación de las teorías agistinistas. San Anselmo es conocido en la historia como “el último padre de la iglesia y el primero de los escolásticos”.
Anselmo de Canterbury, al igual que Agustín de Hipona, sostiene que la verdad, fundamento de todas las verdades, es el ser mismo, y como el ser perfecto, o plenitud del ser, se encuentra en Dios, de este decimos que es la verdad.
Según el hay dos fuentes de conocimiento: la fe y la razón. La fe es fuente primaria de conocimiento para los hechos revelados, los cuales, una vez conocidos, serán objeto de la razón para ser interpretados.
También encontramos las obras principales de San Anselmo las cuales son: Monologio, Proslogio, Tratado de la verdad y tratado de libre albedrío.

Tomás de Aquino (Santo Tomás)
Durante el siglo XIII, Santo Tomás de Aquino buscó reconciliar la filosofía Aristotélica con la teología agustiniana. Tomas utilizó tanto la razón como la fe en el estudio de la metafísica, filosofía, moral y religión. Aunque aceptaba la existencia de Dios como una cuestión de fe, propuso cinco pruebas de la existencia de Dios para apoyar tal convicción.
Tomás de Aquino
(1225-1274), filósofo y teólogo italiano, en ocasiones llamado Doctor Angélico y El Príncipe de los Escolásticos, cuyas obras le han convertido en la figura más importante de la filosofía escolástica y uno de los teólogos más sobresalientes del catolicismo.
Nació en una familia noble en Roccasecca (cerca de Aquino, en Italia) y estudió en el monasterio benedictino de Montecassino y en la Universidad de Nápoles. Ingresó en la orden de los dominicos todavía sin graduarse en 1243, el año de la muerte de su padre. Su madre, que se oponía a la entrada de Tomás en una orden mendicante, le confinó en el castillo familiar durante más de un año en un vano intento de hacerle abandonar el camino que había elegido. Le liberó en 1245, y entonces Tomás viajó a París para completar su formación. Estudió con el filósofo escolástico alemán Alberto Magno, siguiéndole a Colonia en 1248. Como Tomás era de poderosa constitución física y taciturno, sus compañeros novicios le llamaban Buey Mudo, pero Alberto Magno había predicho que "este buey un día llenará el mundo con sus bramidos".
Primeros Años
Tomás de Aquino fue ordenado sacerdote en 1250, y empezó a impartir clases en la Universidad de París en 1252. Sus primeros escritos, en particular sumarios y explicaciones de sus clases, aparecieron dos años más tarde. Su primera obra importante fue Scriptum super quatuor libris Sententiarum Magistri Petri Lombardi (escrita aproximadamente entre 1254 y 1259), que consiste en comentarios sobre una obra influyente relacionada con los sacramentos de la Iglesia, Sententiarum libri quatuor (Cuatro libros de sentencias) del teólogo italiano Pedro Lombardo.
En 1256 a Tomás de Aquino se le concedió un doctorado en Teología y fue nombrado profesor de Filosofía en la Universidad de París. El papa Alejandro IV le llamó a Roma en 1259, donde sirvió como consejero y profesor en la curia papal. Regresó a París en 1268, y enseguida llegó a implicarse en una controversia con el filósofo francés Siger de Brabante y otros seguidores del filósofo islámico Averroes.
Estudio de Aristóteles y los Averroístas
Para comprender la crucial importancia de esta polémica en la evolución del pensamiento de Occidente, es necesario considerar el contexto en que se produjo. Antes de Tomás de Aquino, el pensamiento occidental había estado dominado por la filosofía de san Agustín, el gran Padre y Doctor de la Iglesia occidental durante los siglos IV y V, quien consideraba que en la búsqueda de la verdad se debía confiar en la experiencia de los sentidos. Aprincipios del siglo XIII las principales obras de Aristóteles estuvieron disponibles en una traducción latina de la Escuela de traductores de Toledo, acompañadas por los comentarios de Averroes y otros eruditos islámicos. El vigor, la claridad y la autoridad de las enseñanzas de Aristóteles devolvieron la confianza en el conocimiento empírico, lo que originó la formación de una escuela de filósofos conocidos como averroístas. Bajo elliderazgo de Siger de Brabante, los averroístas afirmaban que la filosofía era independiente de la revelación.
Esta postura amenazaba la integridad y supremacía de la doctrina católica apostólica romana y llenó de preocupación a los pensadores ortodoxos. Ignorar a Aristóteles —en la interpretación que de sus enseñanzas hacían los averroístas— era imposible, y condenar sus enseñanzas era inútil. Tenía que ser tenido en cuenta. San Alberto Magno y otros eruditos habían intentado hacer frente a los averroístas, pero con poco éxito. Santo Tomás triunfó con brillantez.
Reconciliando el énfasis agustino sobre el principio espiritual humano con la afirmación averroísta de la autonomía del conocimiento derivado de los sentidos, Tomás de Aquino insistía en que las verdades de la fe y las propias de la experiencia sensible, así como las presentaba Aristóteles, soncompatibles y complementarias. Algunas verdades, como el misterio de la Encarnación, pueden ser conocidas sólo a través de la revelación, y otras, como la composición de las cosas materiales, sólo a través de la experiencia; aun otras, como la existencia de Dios, son conocidas a través de ambas por igual. Así, la fe guía al hombre hacia su fin último, Dios; supera a la razón, pero no la anula. Todo conocimiento, mantenía, tiene su origen en la sensación, pero los datos de la experiencia sensible pueden hacerse inteligibles sólo por la acción del intelecto, que eleva el pensamiento hacia la aprehensión de tales realidades inmateriales como el alma humana, los ángeles y Dios. Para lograr la comprensión de las verdades más elevadas, aquellas con las que está relacionada la religión, es necesaria la ayuda de la revelación. El realismo moderado de santo Tomás situaba los universales (abstracciones) en el ámbito de la mente, en oposición al realismo extremo, que los proponía como existentes por sí mismos, con independencia del pensamiento humano. No obstante, admitía una base para los universales en las cosas existentes en oposición al nominalismo y el conceptualismo. En su filosofía de la política, a pesar de reconocer el valor positivo de la sociedad humana, se propone justificar la perfecta racionalidad de la subordinación del Estado a la Iglesia.
Últimos Años

Santo Tomás primero sugirió su opinión madurada en De unitate intellectus contra averroistas (1270). Esta obra invirtió la corriente de opinión hasta entonces favorable a sus oponentes, quienes fueron censurados por la Iglesia.
Santo Tomás dejó París en 1272 y se fue a Nápoles, donde organizó una nueva escuela dominica. En marzo de 1274, mientras viajaba para asistir al II Concilio de Lyon, al que había sido enviado por el papa Gregorio X, cayó enfermo. Falleció el 7 de marzo en el monasterio cisterciense de Fossanova.
Santo Tomás fue canonizado por el papa Juan XXII en 1323 y proclamado Doctor de la Iglesia por el papa Pío V en 1567. Su fiesta se celebra el 28 de enero.

Valoración
Con más fortuna que ningún otro teólogo o filósofo, santo Tomás organizó el conocimiento de su tiempo y lo puso al servicio de su fe. En su esfuerzo para reconciliar fe con intelecto, creó una síntesis filosófica de las obras y enseñanzas de Aristóteles y otros sabios clásicos: de san Agustín y otros Padres de la Iglesia, de Averroes, Avicena, y otros eruditos islámicos, de pensadores judíos como Maimónides y Solomon ben Yehuda ibn Gabirol, y de sus predecesores en la tradición escolástica. Santo Tomás consiguió integrar en un sistema ordenado el pensamiento de estos autores con las enseñanzas de la Biblia y la doctrina católica.
El éxito de santo Tomás fue inmenso; su obra marca una de las escasas grandes culminaciones en la historia de la filosofía. Después de él, los filósofos occidentales sólo podían elegir entre seguirle con humildad o separarse radicalmente de su magisterio. En los siglos posteriores a su muerte, la tendencia dominante y constante entre los pensadores católicos fue adoptar la segunda alternativa. El interés en la filosofía tomista empezó a restablecerse, sin embargo, hacia el final del siglo XIX. En la encíclica Aeterni Patris (Del Padre eterno, 1879), el papa León XIII recomendaba que la filosofía de santo Tomás fuera la base de la enseñanza en todas las escuelas católicas. El papa Pío XII, en la encíclica Humani generis (1950), afirmaba que la filosofía tomista es la guía más segura para la doctrina católica y desaprobaba toda desviación de ella. El tomismo permanece como una escuela importante en el pensamiento contemporáneo. Entre los pensadores, católicos y no católicos, que han trabajado dentro del marco tomista, han estado los filósofos franceses Jacques Maritain y Étienne Gilson.

A diferencia de lo que había ocurrido con la filosofía griega, que había centrado su reflexión en torno a la determinación del objeto, la filosofia medieval centrará su interés en Dios. La filosofía helenística había dado una orientación práctica al saber, dirigiéndolo hacia la felicidad del hombre. Es el caso del estoicismo y del epicureísmo, que habían colocado a la ética en el vértice del saber. A lo largo de los primeros siglos de nuestra era, la progresiva expansión del cristianismo y otras religiones mistéricas irá provocando la aparición de otros modelos de felicidad o "salvación individual", que competirán con los modelos filosóficos. Frente a la inicial hostilidad hacia la filosofía manifestada por algunos de los primeros padres apologistas cristianos, sus continuadores encontrarán en la filosofia, especialmente a partir del desarrollo del neoplatonismo de Plotino, un instrumento útil, no sólo para combatir otras religiones o sistemas filosóficos, sino también para comprender, o intentar comprender, los misterios revelados. Surge de ahí una asociación entre filosofía y cristianismo o, más en general, entre filosofía y religión, que pondrá las bases de la futura filosofía medieval, entre los cristianos, los musulmanes y los judíos. El tema fundamental de reflexión pasará a ser la divinidad, quedando subordinada la comprensión e interpretación del mundo, del hombre, de la sociedad, etc al conocimiento que se pueda obtener de lo divino. La fe, que suministra las creencias a las que no se puede renunciar, tratará de entrar en diálogo con la razón. La inicial sumisión de la razón exigida por la fe, dejará paso a una mayor autonomía propugnada, entre otros, por Santo Tomás de Aquino, que conducirá, tras la crisis de la Escolástica, a la reclamación de la independencia de la razón con la que se iniciará la filosofía moderna.

Conforme la Iglesia medieval se hizo más poderosa, se desarrolló un modelo de ética que aportaba el castigo para el pecado y la recompensa de la inmortalidad para premiar la virtud. Las virtudes más importantes eran la humildad, la continencia, la benevolencia y la obediencia; la espiritualidad, o la bondad de espíritu, era indispensable para la moral. Todas las acciones, tanto las buenas como las malas, fueron clasificadas por la Iglesia y se instauró un sistema de penitencia temporal como expiación de los pecados.

Las creencias éticas de la Iglesia medieval fueron recogidas en literatura en la Divina Comedia de Dante, que estaba influenciada por las filosofías de Platón, Aristóteles y santo Tomás de Aquino. En la sección de la Divina Comedia titulada ‘Infierno’, Dante clasifica el pecado bajo tres grandes epígrafes, cada uno de los cuales tenía más subdivisiones. En un orden creciente de pecado colocó los pecados de incontinencia (sensuales o emocionales), de violencia o brutalidad (de la voluntad), y de fraude o malicia (del intelecto). Las tres facultades del alma de Platón son repetidas así en su orden jerárquico original, y los pecados son considerados como perversiones de una u otra de las tres facultades.


Integrantes:
Cindy Oviedo
Víctor fernandez
Fredy Carmona
Cindy Oviedo
Karen Arias
Eugenio Parra

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